Lo tengo en la mente

nada se para

 

Tenía el sueño de volar
La locura ató su cuerpo a un pedestal
Y lo cubren los molestos restos de la tempestad

Ciudad Jara – Grupo Rock español

 

¿Nunca te ha pasado que te despiertas parcialmente y el resto de tu cuerpo sigue dormido? Como cuando te despiertas y tus brazos no responden. O la peor de las sensaciones, ese duermevela en el que una parte de ti se despierta pero no puedes abrir los ojos. Lo intentas pero es imposible y te frustras. Y en tu mente te hablas y ordenas a ti misma, diciéndote que tienes que abrir los ojos, que te levantes, que llegas tarde, o lo que sea. 

Durante muchos años he tenido esa sensación de estar de paso. Y eso ha sido bueno. Bueno porque identificaba que algo no iba bien. Y sé que a veces actúo sin pensarlo, llamémoslo por instinto. Y sé que soy capaz de muchas cosas y, cuando echo la vista atrás y lo analizo, me sorprendo de esa agilidad, de tantos volver a empezar que admiro en muchas personas y que no sé distinguir en mi. Porque lo que de verdad más me asusta de la vida es vivirla sin darme cuenta, por inercia, sin apreciarla, sin olerla, sin verla ni tocarla. Porque para mí eso es no vivirla. 

Esa sensación la tengo también en la vida, en general. Quiero muchas cosas, pero no encuentro en mí las herramientas o el manual de uso para avanzar. Sé a la perfección que las tengo, no culpo al mundo de que me las haya quitado. Pero me falta tenacidad para usarlas. Tengo como un miedo interno que no sé identificar, que no comprendo y contra el que no puedo trazar ningún plan. Es escurridizo y se esconde en los rincones. 

Lo bueno es que todo esto me ayuda a conocerme más, a reconocerme en un espejo en el que me cuesta fijar la vista y apreciar con cariño lo que me devuelve. Decirme más veces, “vamos valiente”, que “venga, que vas tarde”. Vivir en lugar de ensoñar. Decir en lugar de pensar. Besar en lugar de mirar. Me falta la acción de todo eso que tengo en la mente. De todo eso que arde en mis labios. 

Pero arrancaré, de nuevo. Porque de empezar sé mucho, muchas veces.

 

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De primeras veces

prmer vuelo

«A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de
pronto, toda nuestra vida se concentra en un sólo instante»
Oscar Wilde. Dramaturgo y novelista irlandés

 

Todos tenemos primeras veces que nos han aportado una nueva dimensión del mundo que nos rodea.

La primera vez que vamos a la escuela, los primeros amigos, el primer examen… El primer beso o un primer abrazo sincero, el primer amor, nuestra primera relación sexual.

Sobre todo, la primera vez que salimos de casa, la primera vez que nos vemos solos ante la vida. También la primera vez que perdemos a alguien… Incluso la primera vez que desnudas tu alma.

Todas ellas configuran nuestra existencia, quiénes somos y cómo somos.

Pero, de todas ellas, tal vez la más especial es esa primera vez en la que te das cuenta de tu propia existencia. De tu propio yo.

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